¡Felicidades en el día de tu santo!

En el día de Todos los Santos queremos dar gracias a Dios aún más por el don de la vida y por tantos amigos y amigas que nos han precedido en el Cielo y que desde ahí interceden por nosotros.

Muy emotiva la Vigilia de la Luz que pudimos vivir anoche en la Parroquia Sta. María del Pozo y Sta. Marta, en Madrid. 

Alabamos a Dios con las palabras de San Francisco de Asís:

Tú eres santo, Señor Dios único, que haces maravillas. 
Tú eres fuerte, tú eres grande, tú eres Altísimo. 
Tú eres Rey omnipotente. 
Tú eres Padre santo, Rey del cielo y de la tierra. 
Tú eres Trino y Uno, Señor Dios de los dioses. 
Tú eres el Bien, todo el Bien, el sumo Bien, Señor Dios vivo y verdadero. 
Tú eres Amor, tú eres Caridad. 
Tú eres Sabiduría, tú eres Humildad, tú eres Paciencia. 
Tú eres belleza, tú eres Seguridad, tú eres Paz. 
Tú eres Gozo y Alegría, tú eres nuestra Esperanza. 
Tú eres Justicia, tú eres Templanza, tú eres toda nuestra Riqueza. 
Tú eres Belleza, tú eres Mansedumbre. 
Tú eres Protector, tú eres nuestro Custodio y Defensor. 
Tú eres Fortaleza, tú eres Refugio. 
Tú eres nuestra Esperanza, tú eres nuestra Fe. 
Tú eres Caridad, tú eres nuestra Dulzura. 
Tú eres nuestra Vida eterna, grande y admirable Señor, 
Dios Omnipotente, misericordioso Salvador».

Alabanzas al Dios Altísimo, de los escritos de S. Francisco de Asís.

Y también:

Altísimo y omnipotente buen Señor,
tuyas son las alabanzas,
la gloria y el honor y toda bendición. A ti solo, Altísimo, te convienen
y ningún hombre es digno de nombrarte.

Alabado seas, mi Señor,
en todas tus criaturas,
especialmente en el Señor hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas. Y es bello y radiante con gran esplendor, de ti, Altísimo, lleva significación.

Alabado seas, mi Señor,
por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.

Alabado seas, mi Señor,
por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.

Alabado seas, mi Señor,
por aquellos que perdonan por tu amor,
y sufren enfermedad y tribulación; bienaventurados los que las sufran en paz, porque de ti, Altísimo, coronados serán.

Alabado seas, mi Señor,
por nuestra hermana muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.

Ay de aquellos que mueran
en pecado mortal.

Bienaventurados a los que encontrará
en tu santísima voluntad
porque la muerte segunda no les hará mal.

Alaben y bendigan a mi Señor
y denle gracias y sírvanle con gran humildad.

 Cantico a las Criaturas, de San Francisco de Asís.

Finalmente os compartimos una interesante reflexión sobre ¿ el día de todos los santos?

Celebramos hoy la solemnidad de Todos los Santos. ¿Qué celebramos exactamente? Os compartimos esta interesante reflexión.

Hoy celebramos a esa muchedumbre inmensa que nadie podía contar, de la que nos habla el Apocalipsis; la multitud de los discípulos de Cristo que ya han alcanzado la meta de la vida eterna.

La Iglesia quiere que recordemos que, hasta que vuelva Jesucristo al final de los tiempos, sus discípulos, unos peregrinamos en la tierra; otros, ya difuntos, se purifican; mientras otros están ya en el cielo, glorificados, contemplando a Dios tal cual es.

Hay una comunión entre la Iglesia del cielo y la de la tierra. La Iglesia es:

Iglesia militante que lucha y camina en la tierra para alcanzar la meta, que es la vida eterna;

Iglesia purgante que se purifica para poder participar de la gloria de Dios;

Iglesia triunfante que ha alcanzado ya la meta y vive junto a Dios para siempre.

Por ello, conscientes de esta comunión de todo el Cuerpo Místico de Cristo, tiene sentido el recuerdo y la oración a los santos. Ellos, ahora son semejantes a Dios y le ven tal cual es. Ellos ahora interceden por nosotros.

Ellos son santos no porque ganaran mucho dinero o fueran poderosos y ocuparan los primeros puestos, sino porque dejaron que el Espíritu Santo reprodujera en ellos la imagen de Cristo: les hiciera pobres, mansos, limpios de corazón, pacíficos, misericordiosos; porque lloraron sus pecados y tuvieron hambre y sed de la salvación.

Son santos porque en su vida fueron fieles a Jesucristo y vivieron cada día de su Palabra, vivieron cada día haciendo su voluntad, dóciles a la inspiración del Espíritu.

Este camino también lo puedes recorrer tú. Tú estás llamado a ser santo. Estás llamado a vivir cada día siendo fiel al Señor, dejando que el Espíritu Santo haga nuevo tu corazón según las Bienaventuranzas. Estás llamado a ser santo en medio de tu debilidad. El Señor ya cuenta con ella.

¡El Señor te llama! ¡Fíate de Él! ¡Ponte en sus manos! El que empezó en ti la obra buena, Él mismo la llevará a su término (cf. Flp 1, 6).

¡Ánimo! ¡Pide el don del Espíritu Santo! Con Él en tu corazón tu vida será bendecida, encendida, sanada y en victoria.

¡Gloria al Señor! ¡Feliz, y santificado día en el Señor!